Visitadores médicos por el SERGAS

        El otro día tuve que ir al médico de cabecera. Pedí cita y me dieron una hora determinada, hasta aquí todo correcto. Siempre suelo llegar con cinco o diez minutos de adelanto ya que prefiero tener que esperar un poco a perder mi consulta. Veo que es la hora de atenderme y por el pasillo aparecen dos hombres encorbatados y una chica que parecía que en vez de ir a un centro médico iba de fiesta a cualquier pub (ya me di cuenta que eran los temibles visitadores médicos). Portaban cada uno un maletín, un teléfono móvil que no paraban de toquetear y sus comentarios de el golf, la vela y de  su puta madre, todo ello regado con un acento de pijo de Pachá que se les notaba el plumero a una legüa. Cuando el médico abre su puerta del despacho, ya que empieza la consulta, cual es mi sorpresa que empiezan a entrar estos personajes uno tras otro a ofrecer sus productos estrella y que se yo cuántas cosas le regalarán al galeno. La sala de espera estaba que hervía y varias personas de avanzada edad esperando los pobres que les atendieran mientras esos tres impresentables reían y hablaban con el doctor en un tono ya casi de invito yo a la penúltima. Después de casi treinta minutos de una consulta que pagamos todos los ciudadanos, salieron los tres con un aire de superioridad y desprecio hacia los que nos encontrabamos allí. Altivos y orgullosos de haber colado al sanitario sus medicamentos. 
           Estas prácticas tienen que acabarse. Si el médico quiere ver a los visitadores que lo haga fuera de consulta. En su horario tienen que atender a mucha gente (y después escuchas a los medicos quejarse de que no le llega el tiempo para atender a los pacientes, ¡que falsos son algunos!) que se encuentra mal y que no va al médico por gusto y que necesita por lo menos un  poco de tiempo de atención. 

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